HISTORIAS PARA REFLEXIONAR
Cuenta la leyenda que cierto hidalgo quiso un día plantar un jardín frente a su mansión, y para ello seleccionó las mejores semillas de las más bellas flores.
Preparó el suelo, sembró las semillas y, algunos meses más tarde, empezaron a brotar los hermosos y coloridos especimenes. Pero por desgracia, entre las flores había arraigado también una mala hierba bastante común en la región.
Sin saber qué hacer, el hidalgo contrató los servicios de varios jardineros, pero ninguno acertó a solucionar el problema. Desesperado, mandó llamar al jardinero más consagrado de aquellas tierras, el que cuidaba los jardines del palacio real.
Después de hacerle algunas preguntas, el jardinero del rey se puso a contemplar el jardín.
Unos instantes más tarde, miró al caballero y le espetó:
-Estaría bien que empezara su señoría a quererlas.
Cuentan que cierta vez, en Paris, la esposa de un diplomático tenía que asistir a una importante recepción en el Palacio del Elíseo y se lamentaba de no tener un sombrero adecuado a su nuevo vestido.
Acudió al mejor modista de Paris y la atendió una de las dependientas, que le mostró los mejores sombreros del lujoso establecimiento. Pero ninguno encajaba con el gusto de la señora.
A punto de marcharse, desengañada, preguntó por el creador, artista de la boutique, quien, saliendo amablemente, se interesó por la calidad, el color y las características del vestido que la señora iba a lucir en la fiesta.
Debidamente informado por la dama, desplegó un gran trozo de amplia cinta de seda. Hizo un hermoso lazo y lo sujetó, adaptándolo a la cabeza de la señora, quien, muy satisfecha, exclamó:
-¡Éste es el sombrero que yo deseaba. Muy bien! . ¿Cuánto le debo?
-Son tres mil francos, madame
La reacción de la señora, al parecerle el precio muy alto, fue inmediata:
-Pero ¿cómo? ¿Tres mil francos por un trozo de cinta?
El artista, imperturbable, deshizo el sombrero que había creado y, envolviendo delicadamente el tejido utilizado, con la mejor de sus sonrisas se lo ofreció a la dama diciendo:
Madame, el trozo de cinta de seda es gratis
Una compañía estaba buscando nuevos ejecutivos y le hizo la siguiente pregunta escrita a casi doscientos candidatos de ambos sexos y les pidió la respuesta por escrito:
Está usted en vía a su casa en su coche deportivo, en medio de una terrible tormenta y pasa por delante de una parada de la guagua y ve a tres personas:
· Una viejita que está muy grave y que si no llega al hospital a tiempo, se muere.
· Un médico, muy amigo suyo, quien le salvó la vida hace un par de años.
· Y al ser más hermoso que haya visto en su vida, con quien siempre ha soñado y estaría dispuesto/a a pasar el resto de su vida con él/ella.
Como su coche es del tipo deportivo, sólo puede llevar a un pasajero.
¿Qué haría usted? ¿Cual sería tu acción a tomar?
Este es un problema de personalidad...
· La vida de la viejita está en juego.
· Al doctor que le salvó la vida, siempre en el futuro pudiera retribuirle de alguna manera
· ¿Pero, cómo haría para no perder ese perfecto amor?
De los doscientos candidatos, sólo uno consiguió el trabajo y su respuesta la encontrarás más abajo, pero antes piensa lo que tú harías en esta situación y después compárala con la respuesta de la única persona que fue contratada por la compañía.
Esta fue la respuesta de la única persona que pensó hacer lo correcto:
-Le doy las llaves del coche al doctor para que lleve a la viejita al hospital y yo me quedo en la parada y espero la guagua con la persona de mis sueños.
Nº VISITAS
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